Pretérito imperfecto
Tiene el pretérito imperfecto una forma incierta de dar miedo. Habla de
todo lo que queremos y no podemos tener. De todo lo que pudo ser y no fue.
Habla de todas esas cosas que terminan aún antes de empezar. De lo que
nos asusta intentar. De lo que desearíamos haber hecho. Los pretéritos
imperfectos son posibilidades que acabaron siendo imposibles. Son
anhelos, pero también son miedos. Son esa forma del lenguaje que nos
permite soñar de manera inocente con lo que nuestra realidad nos impide.
Que nos encubre al decir lo que no nos atreveríamos a pronunciar sin
coartada. Son disimulo. Discrección. Eufemismos. Son también todos los
"y si..." que hemos ido acumulando en los bolsillos a lo largo de los
años. Los que empiezan a pesar y a ralentizar nuestros pasos. Son esa
otra persona que podríamos ser ahora si las cosas hubieran sido
distintas. Son el futuro que perdimos en el pasado que no supimos
defender. En el pasado en el que nos rendimos. Son arrepentimiento.
Nostalgia. Incertidumbre. Los pretéritos imperfectos son como las
promesas que no se cumplen, los trenes que no se toman, las palabras que
no se dicen. Los pretéritos imperfectos mueren, de algún modo, mucho
antes de haber nacido. Y se quedan temblando en los labios de uno, como
si tuvieran miedo. Como si todo el miedo que tuvimos entonces fuera el
que les ha dado forma.
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1 comentario:
No sé qué comentarte realmente, sólo quería decirte que te leo, y lo hago porque me gusta lo que escribes, y cómo lo escribes.
Además, me siento identificada...
Te seguiré leyendo.
¡Besotes!
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