Impermeable


He empezado a dejar que los finales se amontonen donde una vez hubo principios. Parece que ya no importa tanto que duela. Será que aprendí a doblarme después de tanto. O la espuma de poliuretano que me adherí con cinta aislante. Pero a veces me hablan de aquello y es como si anunciaran tormentas. Y yo sólo pienso en que dejé el paraguas bajo el asiento del coche y en que no recuerdo si me quedaba gasolina para otro día. Y si se acaba la gasolina me muero. O tal vez no sea posible morir dos veces. Desintegrarme por dentro y seguir siendo. Puede que todo terminara entonces y que todo esto se reduzca a una cuestión de ignorancia. De lo que no sé lo peor es lo que dejó de importarme. Y tengo la certeza de que, aunque me sumergiera en un oceáno, ya no me mojaría. No de aquella manera. Al final me volví impermeable cuando me dejó de preocupar el calarme hasta los huesos. Supongo que en el fondo no era más que eso, que aún me afectaba la lluvia. Que aún necesitaba llegar a alguna parte donde no lloviera. O secarme las entrañas con una toalla de mano. No sé. Ahora todo es distinto. Me sumerjo bajo el agua y aguanto la respiración hasta que mis pulmones se rinden. Me muero durante un instante. Y salgo empapada pero por dentro estoy seca. Como si todos mis rotos se hubieran impermeabilizado. Como si las costuras de mi piel se hubieran vuelto estancas. Nada, no hay nada donde antes hubo mares. Que hasta se enredaban las algas en mis costillas. Y no sé si es una victoria o una derrota. O una pérdida, qué más da. Puede que empezara a hacerme pez por las espinas. Que la respuesta sea seguir nadando. Aunque el agua ya no me moje por dentro y yo siga sin tener sed.


No hay comentarios: