Equidistantes


Voy a planificar un encuentro fortuito. Para que tú y yo coincidamos. Para que tú creas que improvisas y yo que lo tengo todo controlado. Aunque no sea cierto. Aunque nos empeñemos en caminar sobre esas líneas paralelas que nunca llegarán a cruzarse. Seamos equidistantes esta noche.

Te cambio mi reloj por tu cámara. Me dejo el tiempo en casa, me llevo las ganas. Que me sobran los segundos cuando estoy contigo. Cuando estoy sin ti. Y yo sigo siendo la mejor de mis invenciones. Te conté alguna que otra historia más, pero no me creíste. Lo sé. Que lo único en lo que nos ponemos de acuerdo es en que no nos gustan los finales. Confieso que ya ni siquiera me gustan los principios.

Por eso, seamos equidistantes. Uno junto al otro, sin tocarnos. Vamos a perdernos esta noche. A buscar la oscuridad. A conducir hasta que no veamos nada. Hasta que se extingan las carreteras. Hasta que se agote la noche. Que las noches son demasiado frías en mis sueños. Más, mucho más que un invierno entero. Que prefiero el frío en los huesos que en el alma. Y yo ya no recuerdo cómo es una lágrima.

Sin ti, pero contigo. Tengo demasiado de eso últimamente. Será que los lazos me aprietan las muñecas. Será que me tiran aún los puntos. Equidistantes, recuerda. Aunque haga frío y todo esté apagado. Aquí no hay interruptores, pero no hemos conducido tanto para quedarnos a oscuras. Ah, ¿no? No. Hemos venido a capturar estrellas. Y yo, que hasta esta noche creía que eso era imposible. Pero lo imposible sólo tarda un poco más. Clic.

No hay comentarios: