Veintinueve


Tenía muchos planes para mis veintinueve. Tenía todo mi futuro cimentado en un presente que se me vino abajo de la noche a la mañana y que tuve que empezar a reconstruir de cero.

No es fácil. Lo primero que tuve que hacer fue perder el miedo. Perder todos mis miedos. Ser fuerte, tanto como para aceptar que a veces un final es el único principio posible y tan valiente como jamás creí ser. Empezar a reconstruirme. A recubrir con yeso los agujeros de mis paredes. A coserme las heridas. Pero también a aprenderlo todo desde el principio. Aprender a  improvisar. A sumar. A ser feliz. Y, poco a poco, convertirme en la persona que me gustaría conocer.

 Cuando estás metida de lleno en la zona cero, nunca eres verdaderamente consciente de lo que sucede a tu alrededor. Los escombros siguen apareciendo y parece que el tiempo se hubiera quedado parado en el momento preciso del derrumbe. Pero el tiempo no se detiene por nadie. Avanza y con él avanzamos también nosotros, aunque no seamos conscientes de ello. Por eso a veces viene bien parar un segundo. Dar un paso atrás, alejarse un poco. Cambiar de perspectiva. Sólo entonces se ven los avances. Sólo entonces podemos entenderlos.

Minutos antes de que empezara el día de ayer estaba muerta de miedo. Tenía la sensación de que estaba a punto de comenzar un año que llegaba hasta mí en ruinas. Y no tenía ni idea de cómo iba a afrontarlo. Pero luego llegó la media noche y mi vida completó una nueva vuelta al sol. Ya había llegado a la meta, aunque hubiera perdido todo el significado que una vez tuvo.

No fue como lo esperaba. No fue nada de lo que esperaba, de hecho. Había estado tan encerrada en mi zona cero que no me había detenido a observar lo que había a mi alrededor. Pero de repente era media noche y todo era diferente. Todo lo que me rodeaba se volcó sobre mí. Lo que yo no había visto, de pronto estaba justo frente a mis retinas.

Cuando decidí que quería ser la persona que quería conocer no tuve en cuenta los efectos colaterales. Veréis, resulta que en el proceso de búsqueda de un mejor yo, había ido encontrando a otras personas que eran, si no todo, parte de lo que yo quería llegar a ser. A veces la soledad no es más que oscuridad, sólo necesitamos encender la luz para que nos deje de dar miedo. Y eso es lo que pasó ayer: se encendió la luz. Y, cuando vi todo lo que me rodeaba, me quedé sin habla. Algo debía haber hecho bien si aquello era lo que había traído a mi vida.

De pronto comprendí que aquella meta, más que perder su significado, lo había cambiado: ahora era una línea de salida. Y, frente a mí, no había un año en ruinas. Lo que tenía era un lienzo en blanco y todo el tiempo del mundo para pintarlo. Y todo me pareció mucho más sencillo, mucho más brillante, mucho mejor. Y entendí que, en realidad, todos aquellos planes nunca habían sido más válidos que los que estaban por llegar. Que lo único que importa es el presente. Y que a veces basta pulsar el interruptor para entenderlo todo.



Pd.  Entre otras muchas sorpresas de cumpleaños, los tuiteros @rayjaen @Gabrirodenas @jacstite  tuvieron este detalle, posiblemente el regalo más especial que me han hecho nunca. Lo dicho, algo debo haber hecho bien si tengo a gente tan maravillosa en mi vida (aunque sea de manera virtual). Gracias de nuevo, chicos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

¡¡Ánimo!! Hay que seguir siempre hacia adelante, para atrás ni para coger impulso. ¡Eres tan joven! ¡Quien volviera a tener 29 años! Yo a esa edad me comía el mundo y si volviera a tenerlos ahora me lo comería todavía más. No se que te ha pasado, pero sea lo que sea pasa página, sigue adelante y "Carpe Diem", vive el hoy, el ahora; el pasado ya se ha ido; el futuro aún no ha llegado y cuando llegue, ya veremos, sólo cuenta el presente,disfruta de la vida mientras tengas juventud y salud que el tiempo pasa muy deprisa y no hay que desperdiciarlo.
Muchos Besos y que cumplas muchos más.

Pedalier dijo...

Qué interesante el término de "ser la persona que te gustaría conocer". Cuántas circunstancias, convencionalismos sociales o simplemente miedos, nos hacen vivir una vida por obligación y no la que nos gustaría.

Me alegro que hayas podido romper esas cadenas que te atenazaban, aunque haya sido después de estar entre escombros. A veces hay que dar un paso atrás para coger impulso.

Nos leemos.