Una chica neumática

La vida es más sencilla siendo Lenina Crowne que Bernard Marx, aunque me pese. Lenina es la ciudadana ejemplar, una chica neumática, el paradigma de la sociedad Fordiana. Bernard es el diferente, el inadaptado, el infeliz.

La vida es mucho más sencilla siendo Lenina. Aceptando que un solo centímetro cúbico de soma cura diez sentimientos melancólicos. Consumiendo felicidad enlatada. Porque todo es fácil en la sociedad fordiana. Porque lo que imaginó Huxley para su mundo feliz no dista mucho de lo que construyeron para nosotros. 

La felicidad es una lata de conservas sin fecha de caducidad. Se adquiere en las principales cadenas de televisión, en los periódicos, en las revistas del corazón. Ideología lista para consumo. Fe en cápsulas. Odio en vena. El usuario sólo necesita asimilar toda la información que recibe. No cuestionarla. Tragar sin masticar.

Y la vida deja de ser complicada. Los problemas propios siguen ahí, por supuesto, pero parecen menos importantes cuando te llega flamante, por correo postal, un nuevo maniquí al que culpar de todo y un discurso que soltar en el bar de regalo. Se diluyen los problemas con dos pastillas de conformismo y se beben de un trago. "No hay nada que usted pueda hacer" dicen las instrucciones. Y todo parece perfectamente lógico.
 
Pero siendo Bernard... siendo Bernard cambia mucho la historia. El ciudadano Bernard se cuestiona todo. Contrasta la información que recibe, pregunta, es curioso, se informa. El ciudadano Bernard quiere saber. Prefiere no medicarse si puede aguantar la fiebre. Busca soluciones antes que culpables. Y cree que siempre se puede hacer algo, aunque las instrucciones le digan lo contrario. El ciudadano Bernard es infeliz por naturaleza porque no ha aprendido a conformarse. Y prefiere diez sentimientos melancólicos a un centímetro cúbico de soma.

Las chicas neumáticas no suelen salir con tipos como Bernard Marx porque hablan de cosas que no comprenden pero que parecen tristes. Ellas sólo quieren divertirse. Jugar a tenis superficial o golf electromagnético. Ver una película en el sensorama. Cómo Ford manda.

El ciudadano Bernard no sabe de qué hablar en los bares porque nunca recibió aquel discurso. De vez en cuando lo intenta pero siempre hay alguien que le discute. Y él sabe que no se puede discutir con quien no argumenta. Y acaba por callarse, dar media vuelta, terminar su trago a solas.

Porque su isla no es otra que él mismo. Su incapacidad de adaptarse al medio. A la masa. Su reticencia a consumir en el mismo supermercado de la información en el que consumen todos. Ese movimiento involuntario que regurgita toda ideología precocinada, placebo o anestesia cerebral.










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