Born to die

Estoy a quinientos metros de distancia y aún no ha salido el sol. Un ven y lo dejo todo. Te espero en el portal. Pastillas de azúcar para no estornudar. Filosofía de sofá y manta. ¿Cómo definirías tú la felicidad? Ahora me parece una definición bastante correcta. Risas. Puede que algún día eches esto de menos. O no. Puede que tan sólo lo olvides. Dormir contra tu espalda. El frío. Mi cuerpo haciendo un puente contra el tuyo. Un té con clavo y canela, sin azúcar. Un hasta luego. ¿Llegarás puntual? Lo intentaré. Pero miento. Y cinco minutos de retraso tuercen tu boca hacia la derecha. Historias que se cuentan de quince en quince. Personas, minutos, metros cuadrados. Normalidad fingida. Confidencias de boca a oreja. Cruzar en rojo la Gran Vía con tu mano tirando de la mía. Movernos entre los coches como si nos hubiéramos quedado solos. Soltar todo el aire contenido al pisar la acera opuesta. Y reír a carcajadas. Tocarte como sin querer. Bajar por Preciados hasta Sol y ver como te desvías de tu ruta una, dos, tres veces. Y adiós. Ya nos veremos. Sí, sí, claro. O no, quién sabe. Mañana podríamos estar muertos.

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