En dos


Me dividí en dos, ahora lo entiendo. Sobreviví, perdí el miedo. Pero volver a unir las piezas fue imposible. Puede que pase el resto de mi vida siendo estas dos mitades que no se comprenden. La que querría ser contigo, pese a todo. La que decidió que sería mejor sin ti.

Aún hay veces que, al despertarme, palpo somnolienta tu lado del colchón. Dura menos de un segundo esa sensación extraña de perderte antes del alba, pero aún así duele. No de la manera en que dolía antes porque ahora yo soy dos y hay una mitad que te ha superado. Tampoco duele la mitad. Es solo un dolor amortiguado, raro.

Tenía entendido que la vida iba sobre hacer planes, por eso pasé tanto tiempo haciéndolos. Pero hay cosas que no pueden planearse y que lo cambian todo, que parten en mil pedazos el futuro que habías ideado. Por eso ahora ya no planeo nada. Cuando pasas tanto tiempo escuchando cual es el camino correcto, según los demás, para ti, lo tomas y todo sale mal... de repente solo quieres perder el control. Dejar de hacer lo que se supone que debes hacer para empezar a hacer lo que realmente quieres hacer.

Pero esa es solo una mitad. La otra aún quiere, desesperadamente, que acudas en su busca. Entretenerse recogiendo esos pedazos de planes rotos del suelo para volver a pegarlos con cuidado, aunque sabe que nunca volverán a ser lo mismo que eran antes de romperse. Así de ingenua es, así de tonta. Cobarde porque toda mi valentía se ha echado a un lado y me hace perder el equilibrio a veces. Y me siento débil y asustada el minuto exacto que tardo en recuperarlo.

Empiezo a acostumbrarme a estar dividida, no creas. La mitad valiente, la que te sobrevive me da coraje. Es como ser quien siempre había querido ser. Me atrevo a todo cuando ella está al mando. Pierdo el miedo. Y soy feliz. Una felicidad distinta, más sencilla. De la que te hace sonreír sin motivo y sentirte afortunada por lo más nimio. De la que no está supeditada a otros, de la que solo depende de mí misma.

Es esta mitad la que puede que me lleve lejos de aquí, la que me haga desaparecer. La que entierre esa parte de mi que aún no te ha olvidado. Porque la vida, al final, sí que consiste en hacer planes. Pero también en aceptar que a veces no pueden realizarse y hay que hacer otros nuevos, aunque te lleven por un camino totalemente diferente al que te habían indicado.







3 comentarios:

algú dijo...

Sólo hay una vida y hay que decidir, no se puede tener todo. Te partirás en muchas más, pero a cada pedacito más pequeño, harás un paso de gigante.

d'una noia feliç

Amanda dijo...

Me ha encantado esta entrada. Conmueve y al mismo tiempo es esperanzadora. De 10.

Sara dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios!! ;)