Treinta postales de distancia

"Treinta postales de distancia" es el primer libro de Sara Ventas, autora del blog "Sueños a Contraluz".

"Un pasado que creía superado, una amiga histriónica en la distancia, un mejor amigo encantador y un vecino algo peculiar. Sofía lo tenía todo, o creía tenerlo porque un buen día se encontró rodeada de ex ―propios y ajenos―, casualidades, malentendidos y un buzón lleno de postales.
Dicen que el amor lo podemos tener justo al lado, sólo hace falta mirar para verlo. Para Sofía, el amor se encontraba a treinta postales de distancia."

"Treinta postales de distancia" es un libro que sorprende. Con unos personajes que te cautivan desde su primera aparición y con los que cualquiera podría identificarse, el libro cuenta una historia cotidiana y sencilla. Una historia de rutinas, encontronazos, malentendidos... como la vida misma. Y esa es la magia de este libro: te podría pasar a ti.
Quizás sea por eso que su lectura te atrapa. Dinámico y divertido, la lectura de "Treinta postales" es ágil y sencilla. Imposible de dejar. Además, ya era hora de que las historias de amor tuvieran lugar en España y no siempre en Manhattan. Málaga, en concreto, es el escenario de este libro.  Una ciudad que, de algún modo, se convierte en protagonista invisible del relato.

El libro lo podéis encontrar aquí y este es el video trailer del mismo.

Y ahora, si os parece, dejamos que la propia Sara nos hable del libro y la autoedición en esta mini entrevista que hemos preparado.


- Lo primero de todo, ¿cómo surgió "Treinta postales de distancia"?  Tú vienes del mundo de relato corto,  como yo, ¿fue una novela desde el principio o empezó siendo una historia corta que, digamos, se alargó?
Y, por curiosidad personal, ¿tardaste mucho en escribirla? Mientras la leía no pude evitar pensar que, por su dinamismo, la historia parecía haberse escrito sola.

Sara: La novela surgió de la idea de intentar encajar a dos personajes, muy distintos entre sí, contra todo pronóstico. Y, como bien has adivinado, nació de un relato corto que no llegué a escribir porque, directamente, cuando llevaba una página, sentí que la historia tenía potencial para convertirse en novela.
En cuanto al tiempo que tardé, lo que es escribir la historia fueron unos tres meses y medio; luego otros cuantos en corregir y pulir. Pero la sensación que has tenido de haber salido sola es exacta, surgía a borbotones, no necesitaba estar inspirada para escribir, en cuanto me sentaba y leía parte de lo escrito, tomaban vida los personajes.

- El libro lo has publicado con Amazon, ¿pensaste en la autoedición desde el primer momento?

Sara: No. Primero pensé en la opción concursos literarios y, de hecho, la envié a uno de romántica donde el premio era la publicación (y que no gané). Después pensé en enviarla a alguna editorial compatible con el género, pero me informé del proceso por la red, y lo de confeccionar una propuesta editorial para luego esperar seis meses una respuesta (si es que la dan) me daba tanta pereza que finalmente me decanté por la autoedición; pero porque existe Amazon, la autoedición en papel no me termina de convencer.

- Así, en resumen, ¿qué pasos hay que seguir para autoeditar un libro?

Sara: Yo sólo te puedo contar cómo es en Amazon, y los pasos son: abrirte una cuenta de editor, crear una portada, tener el texto en Word o html (evitar el pdf) y una sinopsis; después es ir completando un formulario.

- ¿Qué costes tiene autoeditar un libro? Tanto económicos como logísticos (me refiero a si hay que contratar alguna empresa de correción, edición, maquetado en particular vinculada con Amazon o pagar algún derecho de autor, licencia...) ¿Y beneficios?¿Merece la pena invertir en publicar tu libro de esta manera? 

Sara: Si tú te lo haces todo el coste es 0, bueno los doce o trece euros que te cuesta registrar tus derechos de autor. Evidentemente, si lo llevas a una empresa de corrección, otra de diseño de portada o maquetación, pues te costará dinero. Yo por suerte, tiré de amigos que me tuvieron que aguantar lo suyo. Pero no está revisada por un corrector profesional.
En cuanto a los beneficios, Amazon te da a elegir entre dos tipos de royalty el 35% o el 70%, así como el precio de venta.

- Con la autoedición, ¿tu obra queda protegida de posibles plagios?

Sara: Lo que protege del plagio es registrar tu obra en el registro de la propiedad intelectual, ya sea para la autoedición, para colgarla en un blog o para enviarla a una editorial. ¡Registrarla nada más poner FIN! Eso es lo que hice yo y lo que recomiendo. En cuanto a la piratería, se puede activar el DRM para evitar la copia, aunque esto tampoco es que sea algo muy positivo porque evitas posibles compradores con e-readers de otros formatos distintos al Kindle.

- Has conseguido colarte entre los más vendidos de Amazon ¿te esperabas el éxito que estás teniendo? 

Sara: Te voy a ser muy sincera, colarte en esa lista es una trabajera que ni te imaginas. Yo pensaba que iba a ser colgarlo en Amazon y venderse, así, solo, que me lo iban a quitar de las manos porque como lo había puesto al precio más bajo… y de eso nada. Un día lo compran unos cuantos y entras en el top, otro no lo compra ni Dios y estás fuera. Tienes que ir por ahí promocionándote o no te comes un colín: porque eres una desconocida, porque nadie les ha recomendado tu libro, al principio por no tener no tienes ni reseñas, luego algunos piensan que si has puesto ese precio tan bajo, lo mismo es que no valoras tu trabajo y vaya bodrio habrás escrito, pero si lo pones alto qué te habrás creído que lo has puesto al precio de “Los juegos del hambre”… Pero lo que vende es estar en esa lista, porque cuando sales de ahí nadie te ve, y como no te conocen nadie te busca.

- Visto el éxito de 30 postales, imagino que al menos te plantearás un segundo libro (espero) ¿repetirás con la autoedición o tienes pensado buscar editorial?

Sara: El segundo ya está en marcha, tengo el esquema hecho con los personajes y el argumento, me falta ponerme de lleno, cosa que haré cuando termine de promocionar “Treinta postales de distancia”. Y sí, seguiré en Amazon, no tengo intención de buscar una editorial, sigo con la misma pereza que al principio y más ilusionada, si cabe.




Charcos

Esta historia tiene un defecto de fábrica. Un defecto y una virtud, en realidad. El defecto es que esta historia tiene principio, pero carece de final. La virtud es que, en realidad, esta historia son dos historias que un día se cruzaron sin querer.

El motivo por el cual esta historia solo tiene principio es porque yo, la narradora omnisciente, no soy otra que la vida. La misma vida que aparece en el comienzo de todos y cada uno de vosotros porque, por si aún no lo sabías, tú también has comenzado en algún momento. Todos lo habéis hecho.

La chica de la diadema roja aparece en escena una curiosa tarde de verano. Curiosa porque, pese a ser verano, hace frío y aún así la gente viste sus atuendos estivales. A la gente le cuesta aceptar que las cosas no siempre son como deberían ser, pero eso es otra historia.

La historia de la chica de la diadema roja es sencilla: tiene una poderosa razón para dejar de preocuparse por lo que los demás piensen de ella. Por eso, lleva sus botas de agua y su vestido de lunares rojos. Por eso recorre las calles en busca de algún charco sobre el que saltar.

Solo hay un fallo: hoy no llueve y, por tanto, no hay charcos.

El jardinero no entra en escena, él está en el escenario que la chica de la diadema roja pisará en unos instantes. Él también tiene una historia.

La historia del jardinero es complicada: él quería estudiar química pero su madre enfermó y él tuvo que renunciar a su futuro para cuidar de ella. Ahora su madre está muerta y él riega plantas en un jardín público. A veces lee libros de química orgánica en casa. Le gusta pensar que podría haber cambiado el mundo. Le gusta pensar que su madre sonríe desde el cielo cuando, cada domingo, coge las flores más bonitas del jardín y las deposita en su tumba.

El jardinero es joven, pero no tanto como le gustaría. Está solo porque ya no quiere conocer a nadie. Él no lo sabe, pero tiene miedo de volver a perder a alguien importante. Tiene miedo de tener que volver a renunciar a su vida para ver como se acaba otra. Y, por eso, el jardinero no tiene a nadie. Y, si alguien intenta entrar en su vida, señala rápidamente el cartel de “cerrado”.

La chica de la diadema roja no encuentra sus charcos. Los imagina y trata de saltarlos, pero no es lo mismo. La imaginación no te moja las rodillas.

El jardinero la ha visto hace, exactamente, un minuto cuarenta y dos segundos. Aún no ha podido dejar de mirarla. Su diadema roja recorre el jardín curiosa, expectante. Llega hasta donde está el jardinero. Le mira a los ojos.

- Busco charcos.- dice- ¿Has visto alguno por aquí?

Y el jardinero comprende. Nadie entendería jamás que pasa por la mente de esos dos desconocidos que, en una milésima de segundo, se han comprendido. Seguramente pensarían que están locos. Sí, lo pensarían de inmediato, nada más ver al jardinero coger su manguera y mojar la acera. Mojarla hasta llenarla de charcos. Hasta empapar las rodillas de la chica de la diadema roja.

Ella baila sobre sus charcos artificiales. Él la moja con la manguera y ríe, ríe sin miedo. Se siente vivo como hacía años que no se sentía. Es feliz. Ambos lo son.

Y, como ya os dije antes, esta historia tiene un defecto de fábrica: acaba aquí. Yo no sé más porque, en ese instante, el corazón de la chica de la diadema roja dejó de latir. Ella ya sabía que aquello pasaría antes de que llegaran las lluvias pero, un último deseo no entiende de estaciones… y él suyo buscaba charcos y rodillas mojadas.